Toros coleados
Se trata de una manifestación de
gran arraigo en los Llanos venezolanos, que se centra en demostrar la destreza
de los recios hombres llaneros.
Consiste en una disciplina en la
que jinetes en briosas cabalgaduras, a una señal del juez, corren tras un toro.
Al alcanzarlo, éste se templa casi acostado sobre el lomo del noble bruto y
gira la cola del animal, provocando que éste se desplome en medio de aplausos y
vítores. Luego el jinete recorre la manga al trote y las jóvenes prenden un
lazo sobre su camisa y le estampan un beso en la mejilla.
El Joropo
Se interpreta básicamente con
arpa, cuatro y maraca, más voz. Sin embargo, en Barinas, Portuguesa y en parte
de Apure no se usa el arpa sino la bandola.
Esta rica forma musical se
subdivide en dos grandes tipos: golpes y pasajes. El primero requiere de una
interpretación fuerte y recia, mientras que el segundo se caracteriza por ser
lírico.
Los golpes tienen una estructura
musical fija, usan versos octosílabos y tocan temas que resaltan la fuerza del
llanero, como el heroísmo, la patria, la tierra, la tradición y Simón Bolívar.
Por su parte, los pasajes son composiciones más tranquilas, en las que se le
canta a la tierra y al amor.
Además, el joropo puede ser
bailado de diferentes formas, bien sea Valciao, Escobillao y Zapatiao, o una
combinación de ellos. Se dice que este baile simboliza el sutil coqueteo de la
mujer y el galanteo y caballerosidad del hombre llanero.
El Contrapunteo
Constituye la expresión musical
por excelencia de esta región. Se presenta cuando dos cantantes deciden
improvisar versos tratando de demostrar la gallardía ante el adversario.
Consiste en una discusión que se realiza al ritmo de la música, y que requiere
de agudeza mental y conocimiento del llano por parte de los participantes, con
el fin de contestar de forma armónica y coherente.
Uno de los contrapunteos más
famosos es el de “Florentino y el Diablo”, basado en la leyenda de un valiente
llanero que ganó al temido contendor durante una improvisación.
Peleas de Gallo
Esta costumbre, presente en
muchos poblados del país, se efectúa en un pequeño anfiteatro circular rústico
donde, propietarios, apostadores y público en general dan comienzo al pesaje de
los gallos y el control de las espuelas, existiendo un juez de pelea que toma
decisiones según las reglas establecidas.
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