viernes, 25 de julio de 2014

Memorias de nuestros pueblos: El Encanto De La Represa.

  Saludos, hoy en nuestra sección seguimos recordando historias, mitos y leyendas de nuestros pueblos, traemos un escrito tomado del libro del Maestro Félix Monsalve HUELLAS DE TINAQUILLO. 
                                                EL ENCANTO DE LA REPRESA

___ ¡Mira muchacho!  Apúrate que ya es tarde. Ya son casi las cuatro y después de las cinco te puede salir el encanto de represa.
Todas las tardes iba a buscar agua al jagüey de la represa. Agua dulce, pura y fresca para beber. La vía hacia la represa parecía a esa hora un camino de bachacos, hombres, mujeres y niños, unos iban y otros venían. Todos andaban con cierta prisa para aprovechar la tarde, pero sin esperar la noche, las sombras, que podían  traer los espantos de la sabana, o quizás… el espanto  de la represa… Nunca me quede de último en la cola para llenar la lata. Prefería  regresar sin el apreciado líquido, alegando que me había caído al tropezar. Pero los muchachos mayores, Cacaceno, Francisco, “Tripa de Yegua”, Silvino y otros, decían  que eran capaces de ir a la represa a cualquier hora; que muchos cazadores lo hacían de noche y nunca los habían asombrado. Bueno…decían de una señora que había ido a buscar leña y duro tres días perdida, hasta que casi sin fuerzas, la encontraron unos campesinos que venían de El Amparo. Ella conto que se perdió en el camino de la represa, persiguiendo a una gallina con sus pollitos.


    Pancho era un muchacho como de dieciséis años, que siempre mañaneaba para ir a recoger pomarrosas y manzanitas, en lugares aledaños a la represa. Esa mañana le pedio la bendición  a María Antonio, su mamá, y le dijo que iba a buscar pomarrosas.
    __Ten cuidado, a esta hora los caminos  están muy solos. Dios me lo bendiga__le respondió.
    La bolsa venia llena de olorosas y sabrosas frutas sabaneras, y Pancho silbando ya salía de la parte donde la vegetación era más tupida. De repente escucho un ¡cloc! ¡cloc! De una gallina, y empinándose vio en un claro, a unos veinte metros de distancia a una de estas aves,  escarbando para alimentar a unos ocho pollitos. Pancho pretendió llevarse la gallina con sus pollitos  para su casa. La persiguió sin darse cuenta de la hora ni del lugar por donde caminaba. Siempre la gallina le llevaba unos diez metros de ventaja. Se detenía a descansar, la gallina se ponía a escarbar. Proseguía la persecución y la gallina se escurría por entre los matorrales y barrancos. Como a las siete de la noche, Pancho sintió por primera vez algo de miedo, rezo el padre nuestro y la magnífica  y al fin pudo darse cuenta del sitio donde se encontraba. Había llegado al pie de la subida del cerro Bella Vista más allá de La Guamita, persiguiendo a una gallina que de pronto había desaparecido sin dejar rastro alguno.
    Ese otro día contaban los muchachos.
   __A Pancho l salió el encanto de la represa, se salvó por sus oraciones.
   __Yo una vez venia por el camino de la represa y escuché el ¡cloc¡ ¡cloc! De una gallina. Ese día llegue con la lata vacía…
   __ Mamá me caí en el paso de la quebrada. Mañana terminaré de llenar la tinaja. ¡cloc! ¡cloc! ¡cloc!

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