jueves, 31 de julio de 2014

Vida y salud Por Fernando Sevilla: El Estres

 El Estrés: Un Enemigo Mortal
El estrés es una reacción natural de los seres vivos como un mecanismo de defensa a situaciones de peligro, el cual libera adrenalina agudizando los sentidos, el ritmo cardiaco y los músculos se activan, para un escape o defensa del mismo. Pero hay un estrés social que sobre carga nuestro organismo, afecta nuestra vida diaria y nos debilita poco a poco causándonos enfermedades.
Las causas por las que una persona puede desarrollar estrés son diversas. Aunque ciertos sucesos vitales que afectan a la familia o el entorno social en que uno vive puede ser causa del estrés, sin duda el factor más habitual es la presión en el ámbito laboral. Esta situación generalmente está provocada por unas condiciones de trabajo y formas de organización que responden más a procesos tecnológicos y criterios productivos que a las capacidades, necesidades y expectativas del individuo. 

Aún así, es bastante habitual que un mismo entorno laboral genere distintas respuestas en los individuos. Esto indica claramente que los factores externos son tan sólo un elemento (en ocasiones determinante, en otras secundario) en el desarrollo del estrés en una persona. Más bien, su desarrollo está condicionado por la capacidad de cada uno para hacer frente a situaciones estresantes, en las que tienen especial importancia sus características particulares, como la personalidad, las estrategias que adopta y el apoyo social con el que cuenta.
La ansiedad y el estrés no afectan sólo a los adultos. También acechan a los más pequeños de la casa.
De hecho, los niños tienen ahora 50 veces más probabilidades de padecer estas enfermedades que hace 15 años, según los últimos estudios. El grado de incidencia del estrés en el entorno infantil oscila entre el 9% y el 21%, indica Francisco Miguel Tobal, profesor de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid, que ha realizado un estudio sobre esta cuestión.
El precio de la vida moderna. Padres angustiados por la inseguridad laboral o un ritmo de vida competitivo; discusiones violentas en presencia del pequeño; ambientes ruidosos, muy calurosos o fríos; el hambre, el cólico del lactante o incluso unos pañales húmedos son algunos de los desencadenantes del estrés infantil. Una situación de estrés prolongada puede provocar trastornos físicos y alteraciones mentales; por ejemplo, una disminución de la memoria.
El estrés aparece cuando el medio ambiente exige un esfuerzo de adaptación excesivo por parte del organismo. Cuando una persona está en tensión o siente un peligro, se disparan los niveles de cortisol, la hormona del estrés. Las niñas lo exteriorizan sobre todo con ansiedad, y los niños, con agresividad, explica María Jesús Mardomingo, responsable de psiquiatría infantil del hospital Gregorio Marañón de Madrid.
Los pequeños son auténticas esponjas que absorben todo lo que sucede a su alrededor y sufren por ello, en especial cuando saltan chispas entre sus progenitores.
Una persona adulta puede manejar una situación estresante. Un bebé, no.
Su cerebro aún no está suficientemente desarrollado. Tampoco tienen noción del tiempo. Es por eso que “cuando uno de los cuidadores sale del dormitorio, el crío piensa que nunca regresará, lo que le provoca ansiedad y temor”, dice Francisco Miguel Tobar.
Las madres gestantes también deben tener cuidado. El estrés no sólo les perjudica a ellas, sino también al feto.




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