¿Sabías que todos nosotros los seres
humanos hemos emprendido y ganado una carrera aun cuando “no teníamos las
condiciones”?
Competimos con aproximadamente doscientos
cincuenta millones de espermatozoides que colocaban todas sus fuerzas para
llegar al ovulo nadando desde la vagina, pasando por el útero hasta llegar a la
trompa de Falopio.
Se trató de un viaje tan largo y duro con un aproximado de diez
horas donde sólo alrededor de cuatrocientos espermatozoides sobrevivieron. De
estos, solamente uno pudo atravesar la membrana exterior del óvulo. El ganador tardó unos veinte minutos en poder
entrar al ovulo.
Esto quiere decir que aun cuando
éramos espermatozoides tuvimos la capacidad de sobrevivir donde quizás muchos
se adelantaban, otros aparentemente eran más fuertes y aunque eran millones de
competidores por un único premio (La Vida) solo uno pudo llegar!!!.
Cuando éramos espermatozoides
habían mas lugares para los muertos que para los vivos, sin embargo fuimos
“sordos” en oír las palabras de desanimo que nos rodeaban. Hoy debemos ser
sordos ante las palabras de: yo no puedo, no soy capaz, no lo lograre…
Cada día debemos tener esa misma
fuerza, ese mismo espíritu de vencedores, esa misma fe de creer que si somos
capaces de vencer cualquier obstáculo que se presentan durante la carrera de la
vida.
Aparte tenemos una promesa muy
valiosa para todos los espermatozoides que vencimos y aun vivimos como seres
humanos formados en éste mundo:
“Pero en todas estas cosas somos
más que vencedores por medio de aquel que nos amó”
Romanos 8:37.
Debemos creer en nosotros mismos,
en nuestros talentos y capacidades, con esa fe <somos vencedores> pero
también reconociendo a Dios en todo lo que emprendemos <somos más vencedores>.
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