Era un hombre ya viejo, medio
encorvado, con la ropa sucia y remendada, las alpargatas rotas y su mugroso
sombrero buen metido en su cabeza, ocultándole los ojos. Caminaba lentamente
hablando solo y solía reírse sin motivo aparente. Pasaba todos los días por mi
casa en la mañanita y yo le veía pasar escondido detrás de la puerta. Le tenía
un miedo terrible, desde que oí decir a Agapita, la cuenta cuentos del barrio,
que ese señor tenia pacto con el diablo.
Eugenio Rivado había sido, según los más viejos
del pueblo, un señor muy acomodado, de buen vestir, con liquilique del dril inglés
y con yuntas de oro en el cuello; buena bestia de silla y una parcela grande,
en la entrada del pueblo, en la vía hacia Las Mesas de Carabobal, con vacas en
sus corrales; gordos cochinos en los chiqueros y un hermoso patio de gallinas;
frondosas matas de quinchonchos, yuca y frijol en la parte trasera de sus
terrenos y una hermosa casa de grandes muebles de madera y cuero. Buenos
negocios hicieron de Eugenio un hombre rico, y, según las malas lenguas, había
tenido más de ocho concubinas que duraban muy poco en su casa. Algunos
exagerados cuentan que después de cada fiesta que celebra en su finca, más o
menos, cada dos años, estrenaba una mujer. Eugenio, además de buen comerciante
era músico, virtuoso del violín. Pero la
leyenda cuenta, que extrañamente, en las fiestas que no era bien recibido, o no
lo invitaban a tocar, se le reventaban continuamente las cuerdas al violín; el
cuatro o la guitarra y terminaban las reuniones con riñas y discusiones. Tenía
un perro negro y grande al que llamaban Satán, quien lo acompañaban a todas
partes y ahuyentaba a sus enemigos.
“El Novillo” era un joven campesino algo
retrasado, pero avispado y alegre, que vivía con su tía Juana Brito, en mi
vecindario. Cuando muchacho, había trabajado cuidando los animales en la casa
de Eugenio Rivado. Al “Novillo” le encantaba jugar con los muchachos del barrio
y se había hecho muy amigo mío. Cuando veía acercarse a Eugenio se ponía más
tartamudo, con el temor, y corría a esconderse. Un día le pregunte por que lo
asustaba tanto el viejo Eugenio y me respondió:
E…Ese…s…señor…es el d…diablo__. Seguí
insistiendo y esta es la historia que me conto:
Yo trabajaba en la finca de Don Eugenio.
Ese día la casa veía más bonita, recién pintada con abestina azul clarito y el
patio limpiecito. Esa noche había fiesta y vendría gente del pueblo y de las
Mesas de Carabobal. Como a las ocho de la noche llegaron Raúl, el cuatrista, Julián
el maraquero y Federico Carrillo, que tocaba el violín. Eugenio saco su violín
del lujoso estuche y ensayo un rato con los otros músicos. Al rato comenzó el
baile. A las diez ya los cuerpos sudorosos, estimulados por la “guarapita” y la
“meladura” brincaban zapateando y escobillando al ritmo de la recia música
campesina. La mujeres tomaban el “Coloradito”, picante y dulzón. A esa hora
llego María Luisa. Desde las Mesas deCarabobal, una linda trigueña de dieciséis
años, alta, delgada, con la sonrisa a flor de labios y unos ojos alegres e
inquietos. Venia acompañada por su abuelo don Tiburcio, curandero con una fama
bien ganada en todo el distrito.
Yo veía todo desde la ventana de la sala
que daba hacia el patio, porque el amo no me dejo entrar a la fiesta.
Eugenio recibió personalmente a María
Luisa y su abuelo y le dedico la próxima pieza musical, “La Reina”, que tocaría
personalmente y con lo cual solíaenamorar a sus futuras concubinas. Eugenio no
había bailado en toda la noche, aunque solo tras la figura de la esbelta María
Luisa. Comenzó su famosa pieza y al rato las parejas hacían diversas figuras al
llamado del violín. Los “parejos” aspiraban el perturbador olor que se escapaba
por la parte de arriba del vestido de las paredes. De repente:
…Tu no me lo vas a creer Miguel, pero yo
lo vi con mis propios ojos, Eugenio se paró abandonando la silla, donde recostó
el violín y la varilla siguió, como un serrucho moviéndose de un lado a otro,
dándole a las cuerdas, tocando ese famoso joropo “La Reina”. Allí lo dejo
Eugenio, tocando solo, y le quito la pareja a Joaquín, violín tocaba solo. Ni
siquiera las personas que no bailaban se dieron cuenta. Todos estaban como
encantados. Eugenio llevaba a María Luisa a su silla y regresaba a seguir
tocando su violín. Así pasaron muchas piezas, repitiéndose las mismas circunstancias.
Como a las cinco de la mañana se dio por terminado el baile, Eugenio despidió a
sus invitados y le decía insistentemente a María Luisa que se quedara a dormir
en su casa, y está en silencio solo sonreía y se tocaba una pequeña reliquia
que le había preparado su abuelo y que cargaba cosida en su cota floreada.
__Don Eugenio__le decía Tiburcio__esta
noche le fallo su socio, porque yo vine preparado para proteger a mi nieta.
Para que se ponga en esa linda flor tiene que entrar en ese sitio que usted no
puede ni ver, la iglesia, y casarse como Dios manda. Vaya a buscar a su socio
para que le consiga otra concubina; y se marchó con su nieta que le esperaba en
el patio.
La siguiente noche, Eugenio, entro en el
pequeño cuarto que no abría nunca delante de ninguna persona. Se oyó tirar
algunos objetos y maldecir con horrendas palabras. Como a las doce salió con un
saco al hombro que llevo al fondo del solar, allí enterró su contenido y
regreso a la casa donde empezó a tomar “caña clara” (aguardiente) y a refunfuñar
y maldecir. A las cinco de la mañana dormía profundamente “la pea”. Como a las
doce del día despertó malhumorado y nos corrió a todos los que trabajamos en su
casa. Desde esa fecha comenzó Eugenio
desmejorar, no solo económicamente sino también personalmente. Con el
tiempo su casa se desmorono, los animales se murieron o cogieron el monte, y la
maleza se apodero de los terrenos.
Eugenio se convirtió poco a poco en
alcohólico, llegando al estado de abandono tal como lo describimos en la
primera parte de este relato, vagando sin rumbo día y noche, hablando solo y
riéndose sin motivo alguno, hasta que Dios se apiado de su alma, amaneciendo
muerto una mañana acompañando solo de su fiel guardián el perro negro.
Tomado del Libro huellas de tinaquillo
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