miércoles, 20 de enero de 2016

Con emisión de gases países industrializados agudizan impacto de El Niño

El desorden climático producido por el fenómeno El Niño es el más fuerte que vive el planeta desde 1950, esto acentuado por la desmedida emisión de dióxido de carbono en los países industrializados, que han provocado un incremento de la temperatura global sin precedentes. 
La advertencia, hecha por la Organización Meteorológica Mundial (OMM) de Naciones Unidas en septiembre de 2015, se ha hecho evidente con aluviones y sequías en Suramérica, al igual que sequías en Australia, Indonesia, al sureste de Asia y el sur de África, e inundaciones en Europa central y del norte.
Aunque este fenómeno cíclico ocurre, en períodos de entre tres y ocho años, en la zona central del océano Pacífico, altera el clima a escala mundial y según su intensidad (débil, moderado, fuerte y muy fuerte) puede ocasionar desastres naturales. Le sigue la fase de enfriamiento, llamada La Niña, que se trata de temperaturas más frías y perdurables en las mismas aguas, las cuales potencian los vientos alisios y cuyos efectos inusuales pueden ser ciclones o mayores precipitaciones en algunas zonas. 

Este año se considera fuerte, lo cual se complica debido a que la excesiva quema de combustibles fósiles ha ocasionado que el agua de los mares se caliente, aumentando el promedio mundial de temperatura un grado más que el registrado en la era Pre-Industrial, hasta 1850, reseña un informe la oficina británica de meteorología Met Office. 
"Tenemos ya un 'Niño' fuerte, pero esto se combina con otro factor, que es el hecho de que la temperatura media del planeta en 2015 está marcando récords", indicó el año pasado el oceanógrafo Rodney Martínez Güingla, director del Centro Internacional para la Investigación del Fenómeno de El Niño (Ciifen), en Guayaquil, Ecuador, citado por Univisión.
Consecuencias
Las consecuencias son fatales para la subsistencia de la especie humana. Desde los desplazamientos resultantes de las anegaciones, hasta la pérdida de cosechas, es decir, de alimentos para las poblaciones, por la prolongación de las sequías o intensas lluvias. 
Actualmente, cerca de 14 millones de africanos sureños están en riesgo de padecer hambre debido a que la sequía redujo a la mitad la producción agrícola de esta zona con respecto a 2014, informó el Programa Mundial de Alimentos (PMA) de las Naciones Unidas. 
En agosto de 2015, la ola de calor en Egipto alcanzó temperaturas de 47º C, que sumadas a altos niveles de humedad produjeron la muerte de al menos 90 personas e internaron en los hospitales a centenares. Mientras que en diciembre el Huracán Patricia dañó puentes, carreteras y cultivos en México, al tiempo que en la zona norte de este país se presentó la nevada más intensa en los últimos 50 años.  
Si bien en la Cumbre del clima de París la comunidad internacional acordó limitar el calentamiento a 2º C, en 2012, el informe de Naciones Unidas acerca de la disparidad en las emisiones alertaba sobre la posibilidad de un incremento de entre 3° C y 5° C este siglo de no tomarse las medidas necesarias.
Estas medidas incluyen la baja de emisiones con las que se comprometieron los países industrializados en la Cumbre de París que culminó en diciembre pasado. 
Mientras tanto, el mundo vive los efectos del cambio climático que se expresa no sólo en el calentamiento, sino también "en forma de fenómenos meteorológicos extremos, más intensos, más frecuentes y en cualquier parte del mundo", señaló Milagros Pérez Oliva, en el artículo El tiempo no está loco: lo hemos vuelto loco, publicado en la web del diario El País, el 30 de diciembre de 2015.
 AVN

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