156 años se cumplieron este domingo 10 de enero de 2016, de
la muerte del general Ezequiel Zamora, víctima de un disparo traicionero desde el campanario de la
iglesia, cuando se encontraba en San Carlos (Cojedes), asediando a los restos
derrotados del ejército de la oligarquía conservadora.
Jefe indiscutible del Ejército Federal, Zamora hizo de la
guerra entre los conservadores y liberales en un amplio movimiento popular
liberador, que levantaba las banderas de la liquidación de la oligarquía y la
entrega de la tierra a los campesinos. Los historiadores le han atribuido
cualidades propías del héroe popular: valentía, constancia indomable y, como él
mismo decía, horror a la oligarquía.
Ezequiel Zamora había nacido en la población de Cúa, estado
Miranda, el 1º de febrero de 1817. Aunque no pudo desarrollarse del todo
académicamente, pues desde joven debió
trabajar para ayudar al sostenimiento de su familia, el haber aprendido
a leer y escribir le valió mucho, porque le permitió tener contacto con las
ideas políticas y entender la doctrina del Partido Liberal, leer acerca de la
Historia Universal e informarse sobre la constante lucha de los pueblos por
alcanzar la libertad.
Dedicado originalmente al comercio de víveres, su relación
con el pueblo le hizo comprender el descontento social ante la crisis económica
que asolaba al país desde la guerra de la independencia y, acogiendo las
propuestas de Antonio Leocadio Guzmán, se une a él, convirtiéndose en el Jefe
regional de los Liberales. El 7 de septiembre de 1846 Zamora se alza en
Guambra, proclamando las consignas “Tierra y hombres libres” y “Respeto al
Campesino y Desaparición de los Godos”, lo que le haría ganar la devoción
popular y el nombre de «General del Pueblo Soberano».
Bajo la dirección de Ezequiel Zamora, la campaña del
Ejército Federal condujo a sucesivas derrotas de los godos en 1859. El 10 de
diciembre de ese mismo año, en la batalla de Santa Inés (Barinas), quedaron
diezmados los conservadores, y se abrió el camino hacia Caracas y la victoria
definitiva. Después de Santa Inés, Zamora se dirigió hacia el centro del país a
través de Barinas y Portuguesa, pero antes de aproximarse a Caracas resolvió
desalojar a los restos conservadores de la ciudad de San Carlos.
Durante las acciones para la toma de la plaza, mientras
dirigía una operación de aproximación a las trincheras enemigas, recibió un
balazo en la cabeza disparado por un francotirador colocado en el campanario de
la iglesia. El asesinato de Zamora fue producto de una conjura fraguada por la
oligarquía conservadora, que se valió de una traición dentro de las filas
liberales.
Su inesperado deceso cambió el rumbo favorable que llevaba
la guerra para los federalistas y produjo la pérdida de quien para muchos fue
el más importante líder popular del siglo XIX venezolano. Sus restos fueron
trasladados a Caracas y colocados en la iglesia de la Santísima Trinidad,
actual Panteón Nacional, el 13 de septiembre de 1872.
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