La restauración de la “Venezuela
Saudita” fue lo que prometió Carlos Andrés Pérez en el año 88 durante su
campaña. Uno de los factores que lo hizo repetir en la Presidencia de la
República de Venezuela por 3.879.024 votos o el 52,91 % de los escrutinios a
favor.
Pérez sería el Primer Mandatario en
ocupar por segunda vez la silla presidencial en la historia venezolana, pero
tras la toma de posesión, ajustes en el Gabinete y la firma del paquete
económico neoliberal con el Fondo Monetario Internacional (FMI), y que
financiaría 4.500 millones de dólares, motivado a la deuda externa, ocasionó
que naciera la famosa frase, “El día que bajaron los cerros”, serie de sucesos
que iniciaron en Guarenas.
Antecedentes
El primer Gobierno del adeco Carlos
Andrés Pérez se desarrolló entre 1974 y 1979. Este se caracterizó por la
cantidad de petrodólares que ingresaron al país, debido a la exportación de
hidrocarburo venezolano a consecuencia del embargo árabe de crudo,
situación también conocida como la “primera crisis de petróleo”. Hecho en el
cual, tras decisiones de organizaciones, se le prohibió exportar petróleo a
países que habían apoyado a Israel durante el enfrentamiento de ese
mismo país con Siria y Egipto. Por tal motivo, ese “evento” o clase de “suerte”
fue lo que quiso repetir CAP, la “Venezuela Saudita”.
Pérez recibió el 2 de febrero de 1989
una Venezuela con deuda externa que superaba los 32 mil millones de dólares,
razón por la cual lo llevó a reunirse con su Tren Ejecutivo para estudiar las
próximas acciones, y solicitar financiamiento al FMI y solventar el aprieto.
El endeudamiento se generó luego del
“boom” petrolero en los 70. A partir de ese momento comenzó una caída paulatina
a medida de que el Estado venezolano aumentaba su recaudación y gastos. Esto
causó una devaluación de la moneda en 1983.
A partir de ese entonces, las políticas
económicas de los gobiernos de Luis Herrera Campins (Copei) y Jaime Lusinchi (Acción
Democrática) no fueron capaces de frenar la inflación, generando desconfianza
en las inversiones, y pérdida de credibilidad en la moneda nacional.
Algunas de las políticas que emplearon
estos gobernantes fueron controles de cambio a través de Recadi (Luis
Herrera Campins), y un control de precios (Jaime Lusinchi), medidas que
devinieron en corrupción administrativa y mercados negros de divisas y bienes.
Entre las medidas económicas divulgadas
por el Presidente Pérez, el 16 de febrero del mismo año, este informaba que
para enfrentar la deuda debía incrementarse a 30 % el precio del pasaje del
transporte urbano, ubicarse la tasa de interés de la banca a 28 %, y además el
precio de la gasolina a 7 centavos por dólar el litro, agregado que aumentaría
inmediatamente casi todo.
Pérez argumentaba que con la aceptación
del paquete económico por parte de los venezolanos, estos tendrían un país
capaz de “autosustentarse”, y solventarían la deuda.
Hambre de estabilidad
Como negativa del plan, la mañana del
27 de febrero iniciaron saqueos en Guarenas, y posteriormente se extendió a
Caracas. Ciudadanos rompieron portones y vidrieras, hurtaron alimentos y
artículos para el hogar, las joyerías no estaban dentro de sus objetivos.
En días anteriores se divisaban largas
colas para conseguir alimentos, ya no era fácil adquirir dos potes de leche
“popular”, prevalecía el acaparamiento y los precios altos. Durante ese día de
saqueo, las autoridades resguardaron la integridad de los ciudadanos, pero con
la llegada del 28, y el descontrolado estallido social, la fuerza policial y
militar violó vidas, y accionó sus armas contra el pueblo al que pertenecían, y
del que solo se diferenciaban por un uniforme, botas y armamento.
Es necesario aclarar que también
existía ese pueblo “pecador”, que pese a que robaba negocios, y algunos
atacaban a la fuerza de seguridad, tenían una excusa para hacerlo, y era
el descontento, la necesidad de llevar el pan a la casa, o de comprar a precios
justos.
Desde el 28 de febrero las autoridades
se posicionaron en las faldas de los cerros con el objetivo de evitar que
bajaran más personas a saquear. Miles de proyectiles se dispararon durante esos
días, el vandalismo y la sangre eran los protagonistas.
Se decía que faltaba sangre para los
heridos, y también urnas para enterrar a los fallecidos.
Calma que sorprende
El silencio ensordecedor del quizá “ya
todo paso” se prestó a la confusión cuando reinó la calma. Una ciudad
desabastecida de alimentos, y un toque de queda de 8:00 pm a 6:00 am dictado
por Carlos Andrés Pérez se hizo presente durante 10 días. Solo podían circular
por las calles personas que poseían un salvoconducto, y según, una bandera
blanca en su vehículo
La fachada de los bloques del 23 de
enero fueron salvavidas de muchos, y motivo de persecución de otros. Las
autoridades sacaron a muchos residentes de sus hogares, hasta a golpes,
responsabilizándolos de que habían incursionado en distintos delitos. Las
paredes de los “bloques” tanto externas como internas, recibieron centenar de
proyectiles que pese a que hoy no todos se divisan, dejaron marcas imborrables.
De Guarenas no solo pasó a Caracas, la
violencia también rodó hacia las principales ciudades del país donde también
fueron ejecutados planes por parte del Gobierno Nacional para contrarrestarla.
En Caracas fue activado “El Plan Ávila”
el cual otorgaba al Ejército la custodia de la ciudad, y otorgaba la
autorización para el uso de armas de guerra al momento de contener las
manifestaciones.
Después del levantamiento civil
Pérez señaló tras los sucesos, que para
él no era sorpresa dicha implosión, ya que sobre los países latinoamericanos se
cernía una tragedia, tragedia que incluso antes de ser Presidente había
advertido mediante sus discursos.
El hombre con sueños de la “Venezuela
Saudita” detallaba que Latinoamérica estaba sometida a condiciones deplorables
para el servicio de la deuda, y a las medidas proteccionistas que cierran los
mercados a sus productos, además de la manipulación de los precios de las
materias primas.
Criticaba el hecho de que el FMI
actuara en beneficio propio, y no para que los países surgieran.
Asimismo, que pese a que no podían escapar, tenían que buscar las medidas
para cancelarla, y no revelarse en las calles, ya que dichas acciones les
traían más pobreza y trancas al país.
Resultados
El número de fallecidos es
incalculable, se estima de manera extraoficial que cerca 3500 personas
fallecieron durante la insurrección civil. La represión imperó principalmente
en las barriadas de la capital venezolana.
La implementación del paquete económico
originó inestabilidad política en el Gobierno de CAP. Se realizaron cambios,
fue decretada la liberación de precios, se realizó en diciembre del 89 la
primera elección de Gobernadores y Alcaldes con el fin de descentralizar al
país.
Posteriormente, en 1992 se
produjeron dos intentos de golpe de Estado, uno en febrero y otro en noviembre. Por otra parte se originó la ruptura
con el partido Acción Democrática; la falta de nuevos
liderazgos tuvo como consecuencia que el paquete de medidas aplicado fuese
rechazado.
Más adelante, en marzo de 1993, el
Presidente Carlos Andrés Pérez fue acusado de
corrupción y apartado del cargo, asumiendo la Presidencia por decisión del Congreso
Nacional Ramón J. Velásquez, quien es sucedido por Rafael
Caldera tras la convocatoria electoral de 1994.
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