La
madrugada del 4 de febrero de 1992, el país se levantó en medio de una
rebelión de militares patriotas, liderizados por el teniente coronel, Hugo
Chávez Frías, quien en su intento por dar un frenazo al colapso en el que las
clases dominantes habían sumergido al país, revivió la esperanza maltratada de
nuestro pueblo en su lucha por la emancipación y la construcción de una
sociedad más justa.
En
esta rebelión participaron 5 tenientes coroneles como cabezas visibles del
movimiento, seguidos de 14 mayores, 54 capitanes, 67 subtenientes, 65
suboficiales, 101 sargentos de tropa y 2.056 soldados alistados, así como
grupos civiles de izquierda. Los participantes, pertenecientes a 10 batallones
que formaban parte de las guarniciones militares de los estados Aragua,
Carabobo, Miranda, Zulia y el Distrito Federal, fueron dirigidos por los
jóvenes oficiales encabezados por Hugo Chávez y Francisco Arias Cárdenas, así
como también Yoel Acosta Chirinos, Jesús Urdaneta y Miguel Ortiz Contreras.
Estos
militares patriotas se identificaron como El Movimiento Bolivariano
Revolucionario 200 (MBR-200), movimiento político fundado a lo interno de las
fuerzas armadas en 1983 bajo el pensamiento de Bolívar, Simón Rodríguez y
Zamora. Este movimiento fue el pionero del 4-F; confirmando las reservas
morales de nuestro ejército no subordinado a Imperio alguno, a la aristocracia
Adeco-Copeyana, y leal e identificado con los intereses de nuestro pueblo.
El
asalto al palacio presidencial se inició a las 12 de la madrugada del 4 de
febrero. Al mismo tiempo se asaltaron la residencia presidencial (La Casona), y
otras importantes ciudades del país. Los enfrentamientos fueron intensos en
algunos casos.
Frustrado
el intento de toma de la ciudad capital, Caracas, los insurgentes se rindieron,
luego que las guarniciones del interior del país fueran recuperadas por las
fuerzas leales al gobierno de entonces. Chávez fue arrestado y privado de su
libertad por fuerzas de seguridad de la DISIP, aunque poco antes se dirigió al
país en una alocución histórica, que cambiaría el ritmo y el panorama político
de nuestro país. Esta alocución fue transmitida ante los medios de
comunicación, en donde el Comandante asumía la responsabilidad del alzamiento,
y ordenaba a los insurgentes que aún luchaban en Aragua y Valencia que se
rindieran para evitar mayores derramamientos de sangre, a la vez que pedía a
sus partidarios deponer las armas.
Con
su famoso “Por Ahora”, Venezuela y el mundo se enteraban de la existencia del
comandante Chávez, de militares patriotas que revivían la esperanzas frustradas
de nuestro pueblo y que planteaban una posibilidad real de salir del
anacronismo en el que habían sumergido al país el bipartidismo apátrida y
pro-imperialista.
Lo
que al principio pareció ser un frustrado alzamiento militar contra un
desgastado presidente entreguista, rápidamente se transformó en la ruptura del
pueblo frente al corrupto y represivo bipartidismo burgués. Entonces, consumada
la deslegitimación del viejo sistema, nunca más las organizaciones del Pacto de
Punto Fijo (AD y Copei) pudieron monopolizar las ilusiones de las masas ni la
estafa electoral de cada cinco años, en ese aberrado sistema, llamado
“democracia representativa”.
Tras
asumir su responsabilidad ante una clase política que siempre se ha lavado las
manos, Chávez fue encarcelado por la misma legalidad burguesa que en 1989 había
exculpado a los que ordenaron acribillar a miles de compatriotas indignados por
las medidas económicas del Fondo Monetario Internacional. Aunque más tarde la
aristocracia buscó su reacomodo mediante la promoción de un veterano dirigente
y sus nuevos aliados (chiripero) nada pudo detener el contundente triunfo
patriótico de las fuerzas Bolivarianas en 1998.
A
partir del 04 de febrero de 1992, la construcción de la nueva sociedad
venezolana dejó de ser una utopía para convertirse en una necesidad posible,
con sujetos y un liderazgo claro capaz de motorizar este proceso, el 4 de
febrero representa el chispazo que nos fortaleció como pueblo y que nos enrumbó
en la lucha por el rescate de nuestra dignidad nacional.
Hoy
seguimos construyendo la epopeya iniciada en aquellos días, junto a militares
que se han hecho pueblo y junto a un pueblo que alzado en su rebeldía y en la
irrenunciable determinación de ser libre, y bajo el liderazgo indiscutible de
nuestro comandante Chávez, ejemplo de dignidad, constancia y patriotismo.
Rendimos
homenaje a los héroes y mártires de aquel 4 de Febrero y ratificamos nuestro
compromiso de que POR AHORA y para Siempre, seguimos con Chávez.
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