viernes, 10 de octubre de 2014

Memorias de Nuestros Pueblos: La Vaya Y Vuelva De Tinaquillo

Cuando se moría alguien, que no disponía de recursos suficientes para un entierro “decente”, era llevado en la “vaya y vuelva” hasta su última morada. Era un sórdido cajón de madera, hecho de retazos de tablas de embalaje sin forrar, donde podíamos leer letreros “Kerosene El Capitán”, “Velas de Esperma El Carmen”, iba montado en un par de andas, la cual llevaban los enterradores municipales y adonde se colocaba al infeliz difunto.
Llegado al hoyo seleccionado previamente, se volteaba al artefacto y se hacía dar al cadáver con sus huesos, en el fondo duro y pedregoso de lo que iba a ser su último destino. Terminada la macabra procesión, “la vaya y vuelva” era colocada nuevamente en un rincón de la humilde capilla del cementerio, en espera de otra carga similar.
    Cuando visitábamos el cementerio, para llevar flores y recordar a nuestros muertos, veíamos con horror aquel cajón, utilizado en tan tristes menesteres y se nos antojaban entones aquellos versos de Bécquer:

Tan medroso y triste
Tan oscuro y yerto
Todo se encontraba…”

Fuente: Crónicas del Tinaquillo De Ayer De José Ramón López Gómez 

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