El
fantasma más antiguo y famoso de los campos de Venezuela y Colombia es la Bola
de fuego ("la Luz"): una esfera luminosa que aparece de súbito y con
la propiedad de crecer mientras se abalanza, a toda marcha, sobre cualquier
persona o animal. Es común que quienes no la han visto la confundan con los
llamados "fuegos fatuos", error en el que jamás incurre un
campesino.
Su aparición data desde la sanguinaria expedición de: “el Tirano Lope de Aguirre” (entre 1557 y 1560), cuando asoló campos y ciudades de Venezuela hasta su muerte en la isla de Margarita. Su cuerpo fue descuartizado por las autoridades coloniales y, sus fragmentos, se colocaron en jaulas esféricas de hierro, expuestos en las entradas de los poblados, como muestra de la severidad española. Algunos descontentos con tan “poco” castigo, tomaron sus restos enjaulados, los incendiaron en una cubierta redonda de paja, cueros, telas y aceite y los paseaban a todo galope por los caminos y calles. Los pobladores de entonces sólo veían el rastro de fuego a toda velocidad y desde allí comenzó a regarse la fama infernal de la Bola de fuego. Sin embargo, hay quienes sostienen que no se trataba de vengadores, sino de seguidores, que querían, así, indicar dos cosas: primero que se podía burlar a las autoridades coloniales y, segundo: que el alma del Tirano seguía con vida como símbolo de lo infernal. Al respecto, cada quien sacará sus conclusiones.
Miles de cuentos, cantos y estampas teatrales circulan sobre tan terrible presencia. De ellas hemos recopilado algunas, a partir del afamado corrío que nos legara Arístides Rojas y lo culminamos con la célebre pieza de Nelson Morales “el Ruiseñor de Atamaica”.
Isaías
Medina López.
LA
BOLA É FUEGO
(Versión de Arístides Rojas)
En las sabanas de Apure
(Versión de Arístides Rojas)
En las sabanas de Apure
Cuando
está la noche obscura
En
forma de bola é fuego
Sale
ardiendo una criatura.
Aquella
es un alma en pena
Y
su estado lastimoso,
Le
causa mucha tristeza
Al
corazón que es piadoso.
Ya
se estira, ya se encoge;
Se
hace larga y es redonda,
Y
se mete en una mata
Y
entra y sale muy oronda,
Es
el alma de un tirano
Que
nació cuando la guerra
Le
quitó a los pobres indios
Sus
mujeres y su tierra.
En
castigo de sus culpas
Anda
por esas sabanas
Con
las costillas ardiendo
Y
doblando una campana.
Persigue
a los caminantes,
Vence
a la espada al más diestro,
Pero
huye del que le reza
Su
salve y su padre nuestro.
Con
la señal de la cruz
Se
retira del camino,
Huye
si uno la maldice
Y
prosigue su destino.
Mucho
sufre la alma en pena
Y
aparece si es llamada,
En
los viernes de cuaresma
Y
un martes de madrugada.
El
que muy cerca la mira,
De
la bestia cae privado,
Y
se le encarama en la anca
Si
es un hombre condenado.
Dicen
que mató su hija
Ese
tirano maldito,
Y
le dio candela a un pueblo
Y
maldijo a Jesucristo.
Que
no dejó descendencia
Pues
de toda la familia,
Que
era mucha en aquel tiempo,
No
quedó ni la semilla.
Dejó
un tesoro enterrado,
Nadie
sabe dónde está,
El
que le hable al alma en pena
El
tesoro encontrará.
Que
salga un hombre valiente
Esta
noche a la sabana,
Que
le hable a la bola é fuego
Y
será rico mañana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario