Un determinado día un pequeño observaba a su
abuela escribir. Este se le acercó y le preguntó: ¿Abuela estás escribiendo una
historia que nos sucedió a nosotros? ¿Y es, por casualidad, una historia sobre
mí?
La abuela dejó de escribir, sonrió y respondió:
Estoy escribiendo sobre ti, es verdad. Ahora
bien, más importante que las palabras, es el lápiz que estoy usando. Me
gustaría que fueras como él, cuando crezcas.
El niño miró el lápiz, intrigado, y no vio nada
especial.
Pero, ¡es igual a todos los lápices que he visto
en mi vida!