viernes, 12 de diciembre de 2014

Memorias De Nuestros Pueblos: El Brujo Juan Camacho...

Eran pocos los habitantes del olvidado caserío llamado Platanal, y menos aún eran sus riquezas. Dedicados al campo, su gran placer consistía en escuchar cuentos y coplas del anciano del lugar. En una noche de luna llena, mientras la brisa arropaba los árboles y las sombras se hacían más largas, apareció, ante ellos, un hombre de pequeña estatura, ojos profundos y piel canela, para colmo vestido de negro, tras él una mula portando pesados sacos de fardo, llamando la atención de aquellos campesinos que lo miraban recelosos, ya que nunca antes lo habían visto por aquellos lugares.
Él visitante se les acercó y con voz ensayada de sacerdote les dijo:
–Benditos sean todos los presentes, largos sean sus días y venturosos sus caminos.
Sorprendidos por su labia, uno de los parceleros del señor Luis, le pregunta:
– ¿Qué le trae, por aquí? Se ve que viene de lejos.
–Me llamo Juan Camacho, y soy un faculto curandero. Mi maestro es un famoso mago allá en el lejano Egipto. En las otras tierras del Llano me conocen como Juan Mayordomo, porque a las enfermedades mayores yo las someto con mis recetas facultas, pero pasé de retirada, con rumbo hacía Guárico.
Pedro, el jefe de los parceleros de allí, vio en ese recién llegado una oportunidad de hacer dinero. Con voz de hombre admirado le dice:
–Quédese por acá. Yo le ofrezco unas de mis gallinas.
Luego, Luis, hermano de Pedro, presintiendo la jugada por venir, le dice:
–Sí quédese. Yo le ofrezco una vaca, para sobreviva mientras se acomoda; que con la pura leche saca el queso y la cuajada. Después nos pagará.
Y de esta manera el faculto curandero pactó su permanencia en ese caserío. Otro, de los inocentes sembradores, sí dijo con honestidad:
–Gracias a Dios, porque en este caserío no hay nadie quien cure las enfermedades de la gente.
Enseguida, el señor Luis mandó a que le alojaran en una de sus casas que estaba vacía y el señor Pedro le encargó a una señora su alimentación. Al día siguiente se corre la voz de que ha llegado quien cure las enfermedades. Pero, allí pocos imaginaban era que ese hombre sólo era faculto para engañar, para ganar dinero con el sudor de los otros. Juan Camacho, aplicó la única fórmula que conocía: pagarle a varios campesinos arruinados, para que dijeran que él les había curado cuanta molestia tenían.
A la semana ya contaba con los pacientes necesarios para montar su propio consultorio dedicado a “San Juan”. La gente venía de otros caseríos e incluso pueblos. Platanal, casi de un día para otro, se convirtió en un sitio próspero como lo previeron el señor Luis y el señor Pedro. Los pobladores sólo se ocupaban de tener provecho de los visitantes. Todo marchaba rápidamente bueno como nunca se había visto en el Llano. Entre aquellos aquejados llegó al consultorio una hermosa mujer morena, una viuda, llamada Petra, aquejada de fuertes dolores. Le acompañaba, Mariela, su única hija, de apenas veinte años.
Con agilidad, Camacho, le da una pócima preparada con ramas de morichal, llantén y brusca, aparte de muchas otras hierbas que desconocía. Manoseando el cuerpo de Petra, empezó a orarle así:
-San Marcos de León, el que amansó a la Draga y al Dragón: Amánsale el dolor a esta mujer, como Jesucristo amansó a Pilatos contra la cruz.
Aunque Juan pretendía a la mujer y quiso curarla, al no saber de remedios la mató. La noticia fue impactante. Juan, entonces, ideó que sus fieles sirvientes corrieran la voz de que aquella muerte fue cosa del destino. Tanto lo repitieron que nadie dudaba de aquella mentira. Al tiempo, llegó la hora de festejar los días lluviosos de “San Juan Bautista”, las fiestas de aquel caserío engrandecido. Todo lo malo se olvidaba con la música del campo, los bailes, las terneras abundantes y las sonrisas.
Sin embargo, no dejaba de llover. Esas copiosas lluvias dejaban muchas enfermedades, por lo que la gente empezó acudir cada vez con más frecuencia al consultorio para suplicarle su ayuda contra una peste que los azotaba. Juan Camacho se queda pensativo y luego les dice:
-No se preocupen. Yo tengo el medicamento indicado para evitar este mal; pasen mañana al amanecer.
Y así sucedió, al día siguiente todos se presentaron donde Juan Camacho y se llevaron las bebidas a sus casas, se las tomaron y rápidamente les causó la muerte. En aquella desolación sólo sobrevivió, la hija de aquella mujer viuda llamada Petra, que murió antes de la supuesta peste. Ella sobrevivió por varios meses entre los matorrales, vigilando todo lo que hacía Juan Camacho, para saber cual fue la causa de la muerte de su madre y para aprender las artes negras de la magia y así vengarse del falso brujo.
Camacho, pensó que había quedado solitario en Platanal, apoderándose de las tierras, las casas y los demás bienes de los muertos. Pero la lluvia no cesaba. A los seis meses, un día miércoles en la mañana cae una fuerte lluvia final, con truenos horribles y una brisa que demolía lo que encontraba a su paso. Esa misma noche, le ocurrió una terrible aparición al “Brujo Juan Camacho” era un hombre sin cabeza, diciéndole:
–Pagarás por todo el mal que le has hecho a esa gente.
Y, de esa manera, el falso “Brujo Juan Camacho” muere de la impresión.
Luego de lo ocurrido, por fin escampó. Mariela, la hija de la asesinada Petra, satisfecha con su venganza, sale del caserío. Llegó a un pueblo llamado San Bernardino, contando aquella trágica historia. Fue lo único que quedó de un caserío llamado “Platanal”, que ahora se pierde en el olvido.


Nota: Co-autoras: Evelyn Maholy Ceballos Pérez, reside en Tinaco, donde nace, el 10 de marzo de 1985. Nailet Teresa Franco Silva, reside en El Pao, donde nace el 8 de septiembre de 1988. Ircris Dalila Tovar López, nació en Tinaquillo el 26 de diciembre de 1989 y reside en El Pao. Naileth Norimar Rodríguez Molina, nació en Tinaco, el 11 de diciembre de 1988, reside en Tinaquillo. Carmen Julia Álvarez, nació en Maracay, Aragua, el 24 de julio de 1980, reside en San Carlos.




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