Tal día
como hoy, hace 184 años falleció Simón Bolívar, a la edad de 47 años. Un
17 de diciembre de 1830, a la 01:03 de la tarde, la
fatalidad llego hasta el Libertador de América, quien paso sus últimos días en
la quinta San Pedro Alejandrino, ubicada en Santa Marta (Colombia).
Desde
hace algunos años la muerte del Libertador a estado colmada de dudas, pues hay
diversas versiones, la primera, la que nos han hecho saber
y la que la historia cuenta, es que Bolívar murió de tuberculosis. Y otra de
las hipótesis es que fusilado y/o envenado.
Su
médico, el francés Próspero Reverend mencionó, en su diario personal, que el
Libertador tenía “el cuerpo muy flaco y extenuado; el semblante dolorido y una
inquietud de ánimo constante. La voz ronca, una tos profunda con esputos
viciosos y de color verdoso”.
Mientras,
que un estudio publicado por la Conferencia Anual de Patología Clínica
Histórica (una reunión científica auspiciada por la Facultad de Medicina de la
Universidad de Maryland) detalla que lo que verdaderamente aniquiló a Simón
Bolívar fue un envenenamiento crónico por arsénico.
Según
este informe Bolívar no fue por ingesta y exposición periódica a este letal
elemento que, ya sido protagonista de otras muertes, como la de Napoleón o
Jorge III de Inglaterra.
Exhumación de
sus restos en 2010
El fallecido
presidente de la República, Hugo Chávez, ordenó la exhumación del cadáver de
Simón Bolívar, “Confieso que hemos llorado, hemos jurado. Les
digo: tiene que ser Bolívar ese esqueleto glorioso, pues puede sentirse su
llamarada”, así lo expresó Chávez, el viernes 16 de julio del presente año, a
través de su cuenta en la red social Twitter @chavezcadanga.
Luego de
esto, un equipo de 50 forenses y científicos de la Unidad Criminalística del
Ministerio Público, el Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas
(Ivic) y el Instituto de Estudios Avanzados (Idea), trabajaron durante 19
horas, coordinados por el español José Antonio Lorente, médico forense y
director del Laboratorio de Identificación Genética de la Universidad de
Granada, quienes realizaron los exámenes y pruebas correspondientes, donde
detectaron que el Libertador “murió de un
desequilibrio hidroelectrolítico”.
Los
expertos no pudieron determinar si Bolívar murió de tuberculosis, debido a los
tipos de procedimientos usados para conservar el cadáver, por tanto, los
especialistas respetaron la orden del Presidente de no mutilar los restos de
Bolívar, como normalmente se hace en este tipo de investigaciones.
En tal
sentido, el entonces Vicepresidente de la República, Elías Jaua quien explicó
que el estudio presentado no pudo establecer “que la muerte haya sido por causa no
natural o por envenenamiento intencionalmente provocado”.
Otro resultado de la
exhumación fue la reconstrucción facial de Bolívar, la cual dio como resultado
una nueva imagen de su rostro, “gracias a una
reconstrucción científica computarizada del rostro de Simón Bolívar, los
venezolanos pueden ahora conocer el rostro del Libertador, hasta su color de
piel”, dijo Chávez.
Seguir investigando
Asimismo, Hugo
Chávez felicitó a los miembros de la comisión encargada de la exhumación de los
restos de El Libertador Simón Bolívar, e instó a seguir investigando, pues a su
opinión “si Bolívar hubiese estado grave de salud, ¿le iba a pedir el pueblo
que asumiera el mando del Ejército? ¿Cómo se lo iban a pedir a un moribundo?
(…) Yo creo que lo mataron, a Simón Bolívar, creo que lo asesinaron, lo
digo y asumo mi humilde responsabilidad ante el pueblo y ante la historia”.
Igualmente,
agregó que “hay temas pendientes que habrá que seguir investigando y buscando
más datos de cómo fue que murió Bolívar (…) Estoy seguro que lo
asesinaron, pero no tengo pruebas”.
La Carta
Por su parte,
el escritor Jorge Mier Hoffman explica, a través de dos libros titulados “La
Carta”, como Bolívar “poco antes de ser asesinado, exigió a sus verdugos el
beneficio de una última voluntad, escribir una Carta de despedida a Fanny
Duvillar, la amante de sus años mozos en París. Pero, bajo la forma de una
carta de amor, el documento contiene cifrada la identificación de sus asesinos,
de la conspiración en su contra, de cómo había sido traicionado y secuestrado,
y, lo más asombroso, dónde está enterrado”.
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