El Tantra es
una antigua tradición hindú y se puede definir como un camino de sanación
integral del ser humano, que abarca los aspectos físico, emocional, mental y
espiritual. A través de la práctica tántrica accedemos a un nivel de conciencia
más elevado, que aumenta nuestra sensibilidad y la capacidad de abrir el
corazón para conectar con todo lo que nos rodea.
Una de las
vías para acceder a este estado de conciencia es la sexualidad. Eso es lo que
ha vuelto al Tantra tan popular en Occidente ya que, según esta filosofía, es
posible hacer el amor toda la vida con la misma persona sin perder la
atracción. La sexualidad tártrica convierte el erotismo en una puerta de acceso
a emociones y percepciones profundas, y es un método que ayuda enormemente a
crear un vínculo de profunda unión y amor entre la pareja.
Pero ¿qué es
eso de hacer el amor de forma consciente? En primer lugar, digamos lo que no
es. No se trata de hacerse con un ejemplar ilustrado del Kamasutra y comenzar a
practicar todas las posturas. Eso puede ser muy divertido y excitante, pero no
es ahí donde reside la esencia del Tantra.
Adaptando el
lenguaje de esta filosofía a nuestra vida cotidiana, podríamos decir que se
trata de no utilizar el sexo como vía de escape o desahogo, no caer en la rutina
de hacerlo mecánicamente y no disociar el cuerpo de nuestro amante del conjunto
de su ser.
La
importancia del orgasmo femenino
Uno de los
puntos clave del Tantra es la importancia de que la mujer disfrute del orgasmo
y se sienta satisfecha con la relación íntima, ya que de este modo su energía
sexual le aporta grandes beneficios a sí misma y a su pareja. Así, el placer de
la mujer es fundamental para que la pareja sea cada vez más feliz y más
cómplice. Si ella está satisfecha, la relación será mucho más placentera para
los dos.
Por eso, las
técnicas amatorias orientales ponen mucho énfasis en enseñar a los hombres a
retrasar la eyaculación para que el sexo dure más. El Tao, que es otra
tradición oriental, recomienda además que los hombres eyaculen el menor número
de veces posible para que no se derrame la energía vital (el chi) que contiene
el semen. Los tántricos no se fijan tanto en este punto, pero sí recomiendan no
hacer el amor demasiado a menudo.
Pero no hay
por qué asustarse ni tomar estas recomendaciones al pie de la letra. Lo
fundamental es aprender a prolongar el placer masculino, y eso solo puede
hacerse retrasando el orgasmo para que la mujer disfrute, ya que el placer
femenino requiere más tiempo, más ternura y atención.
Cómo
retrasar la eyaculación
Esto se
consigue a través de ejercicios para ejercitar los músculos de la zona genital,
técnicas de respiración para controlar el grado de excitación y un poco de
entrenamiento. En los hombres, retrasar la eyaculación aumenta su capacidad de
aguante y de disfrute, y también la intensidad de los orgasmos, que se vuelven
más profundos porque dejan de limitarse a la zona genital para extenderse por
todo el cuerpo. En cuanto a la mujer, disfruta mucho más con un hombre que se
olvida de alcanzar un placer rápido y aprende a hacer el amor con más
delicadeza, descubriendo el inmenso potencial de las caricias, la ternura y la
intimidad.
El placer
sexual es importante para las mujeres, pero a menudo en las relaciones íntimas
se sienten frustradas porque ellos son mucho más básicos y rápidos. El sexo
tántrico nos ayuda a hacer el amor de una forma más sensual, pausada e
imaginativa, y refuerza la unión emocional entre la pareja. Eso es muy
beneficioso porque hace que la mujer se sienta más satisfecha con la relación y
desee practicar sexo más a menudo. En cuanto al hombre, si disfruta de una
buena relación sexual con su compañera y aprende a vincularse a ella más
profundamente, es menos probable que se sienta tentado de buscar aventuras
fuera de la pareja.
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