Una mujer, de las mujeres de los hijos
de los profetas, clamó a Eliseo, diciendo: Tu siervo mi marido ha muerto; y tú
sabes que tu siervo era temeroso de Dios; y ha venido el acreedor para tomarse
dos hijos míos por siervos. Y Eliseo le dijo: ¿Qué te haré yo? Declárame qué
tienes en casa. Y ella dijo: Tu sierva ninguna cosa tiene en casa, sino una
vasija de aceite.
Él le dijo: Ve y pide para ti vasijas
prestadas de todos tus vecinos, vasijas vacías, no pocas. Entra luego, y
enciérrate tú y tus hijos; y echa en todas las vasijas, y cuando una esté
llena, ponla aparte.
Y se fue la mujer, y cerró la
puerta encerrándose ella y sus hijos; y ellos le traían las vasijas, y ella
echaba del aceite.